martes, 3 de junio de 2008

El guión cinematográfico

Anoto aquí algunas reflexiones sobre el guión cinematográfico. El artículo apareció en la publicación Presencia Universitaria. Diario El Informador. No. 126, 29 de septiembre de 1998, en Guadalajara, Jalisco. En caso de reproducción, favor de citar la fuente.

El guión cinematográfico

Por Oscar Carbajal Mariscal
El guión es un documento en el que se desarrolla un relato, el cual se ha escrito con el fin de llevar a cabo una realización cinematográfica. En el guión se describen las acciones, los acontecimientos, los escenarios -con su respectiva decoración y accesorios-, los perfiles físico y psicológico de los personajes. El guión contiene los elementos esenciales para reconstruir la acción, así como la forma definitiva de los diálogos.
El guión está dividido en escenas, caracterizadas por su unidad de lugar, de tiempo y de acción (en un escenario único, entre los mismos personajes, sin elipsis ni saltos en el tiempo).
Alrededor del guión se organiza la producción del filme. Se reproduce en un cierto número de ejemplares y se entrega a todas las personas que colaboran en la realización del film. De ahí resulta que el guión se supedita a un estándar de escritura, destinado a facilitar su lectura. Una de sus primeras reglas es la claridad. El guión está escrito en un estilo simple, que obedece a la ley de la concentración: aportar el máximo de información en un mínimo de tiempo y con el menor número de palabras. La segunda regla del relato indica que debe ser exclusivamente descriptivo. El autor traduce todas las nociones abstractas en términos concretos. Todo lo que no pueda ser visto o escuchado, no deberá estar incluido en el guión. En cualquier caso, el guión es una proposición de situaciones destinado a ser adaptado, modificado y transformado por un equipo de trabajo.
Cuando miramos una película, tenemos la impresión de que los acontecimientos se desarrollan por primera vez ante nuestros ojos. Esta propiedad ha influido tanto en la escritura de los guiones, que existe la convención de que éstos también deben escribirse en tiempo presente.
La convención, además, ha establecido que una página de un guión equivale a un minuto de acción en la pantalla. El medio televisivo, constantemente pendiente del tiempo de transmisión, determinó la duración exacta de sus programas. En el cine, la duración es más libre, pero también se ajusta a ciertos géneros y a las leyes comerciales de difusión en un mayor número de horarios por día.
La narración se hace siempre desde el punto de vista de la cámara, es decir, a partir de lo que ve el espectador. El guionista, tanto como el escritor, dispone de una amplia selección de perspectivas narrativas.
Tanto en la escritura, como en la lectura del guión, interviene una función intelectual primordial: la visualización. Esta visualización ya ha sido determinada por un conjunto de técnicas y normas que la abundante tradición del cinematógrafo -en su corta vida- ha establecido de manera convencional. No es posible visualizar si se desconocen los rudimentos del lenguaje cinematográfico, como son la tipología de los planos, los principios del montaje, de la dramaturgia cinematográfica y del estilo de realización que amalgama a todos estos elementos.
Para el interesado en escribir historias para el cine, un mal comienzo sería la lectura de los manuales de guiones. Dichos manuales tienden la tendencia a repetir el modelo del relato para la industria cinematográfica estadounidense. El concepto de drama, tan común en nuestro lenguaje, está lejos de designar a un género en particular: lo dramático es una propiedad de todo aquel relato que se desarrolla en una determinada unidad de tiempo y acción. La rica cultura audiovisual que posee el individuo desde que nace es uno de los principios básicos para educar el sentido de la visualización de la idea cinematográfica.
Ahora bien, ¿los buenos guiones narran exclusivamente buenas historias? Los detractores del relato cinematográfico aclaman que el cine debe evitar contar historias, pues esa no es su función esencial. Alegan que las historias contadas en el cine son meros accidentes que, sin embargo, son bastante redituables si se piensa que no se requieren grandes inversiones para concretar alguna de ellas en el papel. Debe asumirse que la función de contar una historia en el cine representa tan sólo una de sus formas de representación, como en algún tiempo lo fue la contemplación de paisajes filmados.
Como se desprende de las reflexiones anteriores, la disciplina es fundamental para el guionista. Disciplina determinada por las unidades de tiempo, lugar y acción, por la estructura dramática y el punto de vista de la narración. Disciplina para mantener la duración precisa del guión. Disciplina en el desarrollo del género cinematográfico. Disciplina en la construcción del relato a partir de una fábula que permite la flexibilidad únicamente cuando no se atenta contra los acontecimientos básicos de la historia. El relato es un artificio en el que todos los detalles se han previsto y los cabos sueltos son imperdonables.
Tan placentero como ver una película es la lectura de un guión, pero el camino para lograrlo requiere de una dosis conceptual en constante evolución, que los críticos, los teóricos y los artistas del cine desarrollan de manera conjunta en todo el orbe. De tal suerte que si se desarrolla esta cultura de la lectura y escritura de guiones literarios cinematográficos, es probable que alcancemos la envidiable posición de contar con numerosas antologías, talleres de escritura y lectura, y suplementos de análisis y crítica de guiones para cine.

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